CONTRA VIENTO Y MAREA .

jueves, 12 de julio de 2012

MÜPUN: VOLAR

El planetario.  (parte I)

 Entre el frío de la noche y el crujir del viento Suyai escribía para aquel hombre que algún día leería sus palabras.
 No se trataba de años, si no de eternidades, mundos, Suyai era soñadora compulsiva, su vida transcurría a través de sueños, de esos que pocas veces se hacen realidad, probablemente la utopía de su vida la mantenía con esperanzas de que aquel hombre, increíblemente perfecto para ella, en uno de sus mundos, se fijara en su persona como la mujer que era y no la que simulaba ser. SER, esa era la cuestión, en los sueños nadie es, o todos son, en cada uno de ellos, para Suyai las personas y los personajes eran, podían ser, nadie prejuzgaba ni juzgaba, solo aceptaban. Cada cual sabía el mensaje con el que había venido al mundo, muchos de ellos dolían, otros alentaban a seguir luchando por los marginados, por las mujeres, los indefensos, los menos alentadores predecían el fin del mundo, o de los mundos (confuso para Suyai). Volviendo a su diario amoroso, la mujer de las utopías había creado un mundo, el más especial para ella, al que llamó Kiñerun, juró que allí no los separaría nadie, ni sus más inéditos personajes. La eternidad los acompañaba, y el destino aun más, la paz que ella tenía se la debía a Tahiel, quién capturó su interior en segundos, prometiéndole la eternidad. Suyai en Kiñerun vestía largas túnicas blancas para representar la satisfacción y pureza con que vivía, gracias a
mür, el Dios de Kiñerun, Tahiel la acompañaba en su trabajo con los pobres, vivían donde podían, de carácter nómade ambos, preferían la aventura y la libertad, antes que la rutina del último mundo, el más indeseado por ambos, ñiwa wentru, vaya que no querían llegar allí, donde nadie pensaba en el otro y la corrupción tenía el dominio del mundo, pero ellos eran felices en Kiñerun, olvidaron los prejuicios de niwa wentru y vivieron, rieron hasta el dolor, y lloraron hasta la alegría, amaban el mundo y cuidaban de él. Tahiel pidió a Suyai un hijo, pero ella explicó que había sido enviada al mundo con otro objetivo, no quería ser el estereotipo de mujer, se aburría de lo determinado normal, y él se reía escuchándola, viendo como justificaba sus locuras, y queriéndola a pesar de ello, entendió que esa mujer no le daría un hijo, pero si el más gratificante amor que podría encontrar sobre las arenas de Kiñerun, ese desierto de consumo, poblado de saberes.
 Suyai tuvo un inventario de mundos, creo Poyekechi, donde revivió su alma revolucionaria, amante del Che Guevara y adicta a El Capital de Karl Marx, en ese mundo fue felíz, muy felíz, también lo fue en el mundo de las letras, donde su vida transcurría en base a Isabel Allende, Julio Cortazar, García Marquez, Florencia Bonelli y cuantos más. Pero ningún universo logró autografiar su vida como Kiñerun, nadie reemplazó a Tahiel…


 Una eternidad después… [Suyai y Tahiel consiguieron la recompensa que les ofrecía Kiñerun si cumplían con las leyes del amor y la entrega, ambos siguieron el pacto de peútun, y se encontraron en otras vidas (Suyai no abandonó su inventario de mundos, y Tahiel jamás dejó de amarla)]

                                              
NUNCA DEJES DE SOÑAR


Diccionario Mapuche.
Suyai: esperanza
Tahiel: hombre libre.
Kiñerun: juntos
mür: par, pareja
ñiwa wentru: hombre-diablo
poyekechi: con bondad, con benevolencia
peútun: volver a verse

No hay comentarios:

Publicar un comentario