Porque
estoy convencida que los míos no son conocimientos, son convencimientos, o
mejor dicho, mis estrechos conocimientos me llevan a tener ciertos
convencimientos. Es que estoy convencida que se puede ver a través de la
mirada, me convenzo que la línea del tiempo es infinita, o llamado de otra
forma, la eternidad existe. Sé perfectamente que este mundo es enorme en
tamaño, pero tiene grandes personas que lo llenan y lo hacen aún más
placentero. Cada día me siento más segura acerca de la no existencia del pasado
y el futuro, la vida es el momento, el momento nos da vida, hay un solo tiempo
y es exactamente este, el que estoy viviendo. El sufrimiento es opcional, la
felicidad aún más. El amor es más fuerte que la vida, construye puentes y
laberintos, une, te pierde, anhela, impulsa, da vida, paz, luz e inmensidad. La
soledad es nuestro pilar, no hubiera podido conocerme sin mis ratos de llantos
y risas, en mi habitación, a oscuras y sin nada ni nadie más que el sabor de mi
almohada. La historia no es pasado, es historia, es aprendizaje y
descubrimientos, sentirle el aroma a los cambios, y mutar como aves, seres
libres y luminosos, que tienen por delante grandes logros, y que tuvieron
padecimientos para lograr esa libertad. Esas aves son luchadoras, y como dijo
un grande alguna vez: hay que endurecerse sin perder la ternura jamás. Y lo
hicieron, ellas lo lograron, hoy podemos ser independientes, gracias a su
entrega. Eternamente agradecida a esas aves, que estoy convencida, y lo discuto
hasta mi muerte, son fuente de inspiración y grandeza, de locura y armonía,
gracias, lindos bichitos, por dejarme ser, por enseñarme a volar…
